Haru Haru | Rol Alternativo | Akira x Reiko

Sonrió a medias ante el sarcasmo de la chica. Claro que no, no podía estar bien, pero había una ligera esperanza dentro suyo que le había hecho pensar, por una milésima de segundo, que tal vez estando juntos podrían olvidar.
Al menos funcionaba para él. Era como magia-- cosas que jamás pensó dejarían de pesar en su corazón comenzando a aliviarse de tan solo tener la compañía de la pelirroja.
-Veamos...- Se reclinó en su asiento, sin darle más vueltas al asunto. Su vida no era una muy llena de cosas divertidas que contar. -... Esto no es algo que le haya contado a alguien, en mi vida- Su sonrisa se amplió, y había cierto toque rojizo en sus mejillas mientras volvía a mirar a la pelirroja. -Sería la burla de muchos-- ah, en fin, por ti- Se encojió de hombros.
-Mi primer beso-- habíamos escalado un árbol para mirar el atardecer, cuando la chica comienza a acercarse... Cada vez más, hasta que de pronto, me besa- Hizo una pausa, luego cubriéndose levemente el rostro con la mano. -Me caí del maldito árbol, me tomó por sorpresa! Y lo peor-- mis pantalones se engancharon en una de las ramas-- -
Ahhhhh el horror de recordarlo, y aún así, a pesar de su rostro ardiendo en llamas, mantuvo su sonrisa. Y decidió seguir añadiendo historias que en su momento fueron horribles, pero ahora que lo pensaba, si hubiese sido alguien más, se habría burlado.
-...También me pasa que aún duermo con mi primer osito de peluche, lo arropo y todo...-
Esperaba que auqellas historias jamás dejasen aquella casa.

-No no, el Gran Duke Lancelot es solo uno- añadió aires de grandeza al nombre de su pequeño osito, pero bien sabía que solo le hacía sonar aún más ridículo.
En cualquier otra situación, aquellas risas le habrían molestado-- sin embargo, esta vez, no podía evitar sonreír, y simplemente observar a la chica mientras reía, mientras sonreía. Ya había terminado su plato de comida, por lo que se permitió apoyar el rostro sobre su mano.

Aquel rostro de verdad se veía mucho más bello con sonrisa en él.
Dios, Kyouya, cómo podrías dejarlo atrás? Causarle dolor? Si fue hecha para estar feliz...

Su mirada se iluminó al notar las fresas, luego soltando una leve risita ante el comentario de la chica. -Estoy seguro de que tu talento en la cocina solo es un diamante en bruto- Y aunque no le molestaba en lo más mínimo que la chica no supiese cocinar, le gustaba pensar que tal vez podría ayudarle, en algún momento.
Tomó una de las fresas, llevándosela a la boca casi de inmediato.
-... Gracias, por traerme contigo- Sonrió a medias, -No sé que habría hecho de no ser por tí.-
Probablemente ahogarme en el lago...

El chico soltó una pequeña risita, la pelirroja le había leido la mente.
Fueron interrumpidos por el celular de la chica, y tras contestar, sus ojos se abrieron en sorpresa, pero la sonrisa se quedó en su rostro. Castiel? No habían hablado hace poco por skype o algo?

Pensó en quitarle el teléfono al a chica solo para molestar el pelirrojo, bien sabiendo que no le agradaría en lo más mínimo saber que Reiko estaba con él, pero ahogó las ganas llevándose otra fresa a los labios, escuchando con atención.
Hizo señas con las manos, como preguntando si sería mejor que se fuera un momento para dejarle hablar tranquila.

Tuvo que tragarse una risotada, casi atragantándose con la fresa que se había hechado a la boca.
Asesino en serie violador de pelirrojas, no podría ser más específico? Alguien necesitaba aprender a relajarse, sobre todo si estaba haciendo un tour mundial.

Luego la chica mencionó que le conocía, y le miró de reojo.
No pudo evitar soltar una sonrisa maliciosa, más que divertido de tan solo pensar cual sería su reacción. Todo lo que la chica necesitaba para saber que estaba de acuerdo.
No era como si fuese a cancelar todo su tour para alejarle de Reiko, no?

El chico no pudo evitar llevarse ambas manos a la boca, intentando aguantarse la risa-- más, no pudo.
Así como un volcán explotó al otro lado, por su parte un volcán de risotadas hizo erupción también. Y este se hacía más fuerte cada vez que el teléfono volvía a sonar.
El pobre Castiel no podría ni dormir en paz.
-Qué pasaría si le contesto yo?- No pudo evitar ampliar su sonrisa. Dios sabía que clase de cosas querría decirle el pelirrojo.

No pudo evitar reír ante la ironía. Castiel, odiandolo a él? Por temor a que se robara a su novia?
Con qué moral? Debería ser todo lo contrario, no? Después de todo, él fue quién robó a su novia en el primer lugar. Si alguien tenía derecho a estar celoso, aquel no sería el pelirrojo.
Se encojió levemente de hombros, dejando de lado la idea de hablarle al volcán en erupción. Más, luego notó la preocupación en el rostro de la chica... Y el corazón de pronto le pesó.
Sonrió a medias, tomando una última fresa, cerrando los ojos y encojiéndose levemente de hombros.
-No soy muy querido por estos lugares, eh?- Dejó escapar un suspiro, luego entreabriendo los ojos. -Si quieres me voy. Te ahorrarías problemas.-
Después de todo, solo había sido una coincidencia, no? Y que aquel día en particular se hubiesen ayudado mutuamente no quería decir que fuese así todo el tiempo.
O al menos, de eso intentó convenserse a si mismo, bien sabiendo que jamás sería bienvenido en casa de la pelirroja por nadie más que ella.

Sus ojos se abrieron en sorpresa ante las palabras de la chica, esta confiándole más cosas de una sola sentada que cualquier otra persona le hubiese confiado jamás, y aquello significaba un mundo entero.
Lo que más le sorprendió fue que a Reiko pareció molestarle la idea de que hubiese siquiera pensado en marcharse, y aquello le ablandaba el corazón.

Hubo un momento de silencio cuando la chica terminó... Y luego de una pausa, se puso de pie. El sonido de la silla, así como el de sus pasos, podría haber dado la impresión a la chica de que había decidido marcharse, sobre todo si ella no le estaba mirando-- pero no.
En lugar de eso, se le acercó, y una vez a su lado, titubeante, alzó una mano, deseando tocarla, hacerle saber que se quedaría ahí-- pero terminó por bajar aquella mano luego de un momento. Tal vez su tacto le molestaría.
Bajó la mirada.
-... No quiero irme.- Murmuró, muy bajo, luego alzando un poco la voz. -No quiero irme.-
Soltó una pequeña sonrisa, volviendo a alzar la mirada. -Lo que menos quiero es causarte problemas, ya tienes suficientes de por si-- pero...-
Cerró un momento los ojos, luego pasándose una mano por los cabellos. -Diablos.- Soltó una pequeña risita, luego volviendo a mirarla. -Es como si hicieras que mis problemas desaparecieran, quién querría dejar atrás a alguien con esa habilidad?- Se excusó, encogiéndose levemente de hombros.
-Creo que no podría dejarte en paz ni aunque me hubieses pedido que me fuera.-