Haruharu|RP|Parte dos|Capitulo 1:Volver a casa.

-Lo sé...- Murmuró, su sonrisa haciéndose tantito más pequeña. Esta vez no agregó un "Pero sabes que me es difícil" o un "Pero me gusta estar cerca tuyo", y omitió el "No soporto verte llorar", guardándolo muy tras su garganta. -Lo siento-
Hubo una pausa, y luego no pudo evitar soltar una risita. Era irónico haber estado comparándose con un perro metafóricamente hacía un rato.
-Tal vez si era un perrito- Soltó, escondiéndose un poco más en su capucha.

Lo pensó un momento antes de responder. No le gustaba mucho el café, de hecho, le hacía un poco mal-- pero si le vendría bien algo dulce, o un té, aunque no sabía muy bien si había té en las cafeterías.
-Está bien- Aceptó la propuesta de la chica con una sonrisa. -Algún lugar en particular al que vamos a ir?-

La chica soltó una risotada ante el abrazo, ¿Esa era Haruhi? Vaya -¡En la carcél!- dijo, riéndo, como si nada. Porque, vale, no era nada - ella no había hecho nada.
Aquella carcél, era nada.
Pero estar afuera, aaaaah, eso era como ganarse la lotería.
Una lotería de libre albedrío entre comillas.

-¿Y tú?- preguntó, alegre, mientras desordenaba el cabello de la menor -¿Qué pasó con Italia?- No había que olvidar que la chica todo lo sabía.
Todo.
La mayoría de veces por su cuenta, pero aquella se lo había dicho la televisión.

El chico caminó junto a la chica, manteniendo la distancia luego del susto que le dió. -Hazme preguntas- Sonrió el chico, con simpleza. No le había contado cosas antes, porque la chica no había preguntado mucho. -Qué te gustaría saber?-

-¿De qué me culparon?- preguntó, riendo a carcajadas. Ahora que estaba libre todo le era cómico -De un asesinato, ¿Yo?- se señaló sonriente -Bueno, podría hacerlo, pero no a un desconocido- continuó riendo, como si su vida fuese una comedia sin final.

-Deben haberlo sido si estás con un familiar que te disgusta, eh- volvió a reír -espero hayan hecho las pases allá en Italia, no podían no hacerlo estando dos años en la misma casa- se acomodó el cabello, escuchando lo último que había dicho, ir a comer juntas... ¿Desde cuándo que no salía a comer con una amiga? ¿Dos años? ¡Cierto! Dos años que recuperaría ahora -¡Vale! Sería un gusto- No le importaba ya haber comido con papá y papá, la comida nunca le venía mal a una damisela en crecimiento como Nobara.

El chico quedó pensativo un momento, intentando recordar lo que era desde el principio.
-Vivía en una casita muy cómoda- Asintió, sonriente, cerrando un momento los ojitos. -Y mis papis me querían mucho-
Luego pausó un momento.
-Creo que tenía seis años cuando un señor... uh...- Su mirada se perdió un momento en el cielo. -... Entró a mi casa e hizo algo horrible-
Omitió detalles, pues no eran nada placenteros para una persona normal-- de hecho, no lo eran ni para él, pues se trataba de sus padres.
-Después me tuve que ir a un orfanato- Sonrió a la chica. -Eso lo sabías, creo, te lo dije en el hotel~- Asintió, y luego continuó con su versión simplificada de lo que había sido su infancia. -Nadie me quiso adoptar porque era rarito- Hizo un énfasis en la palabra, pues era así como Castiel le describía. -Tampoco les caía muy bien a los otros niños en el orfanato-- pero me las arreglé para que no me volvieran a molestar-